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RESEÑA EN EL ADELANTADO DE SEGOVIA

Palacio Quintanar, el centro de innovación para el diseño y la cultura de la Junta de Castilla y León en Segovia, presenta la exposición: «Estímulo y respuesta». Una exposición en la que la consagrada artista segoviana, Marina Llorente, eleva las mondas de patata a la categoría de arte». Esta es la escueta y curiosa nota de prensa de la exposición de Marina Llorente. Leída sin más atención puede parecernos una invitación chocante, rara, extravagante incluso, por el hecho de tomar como tema artístico algo tan caduco, evanescente, banal, residual como la monda de una patata y tener la pretensión de hacer con ella arte. Cualquiera puede pensar que vistas tantas cosas raras como con frecuencia vemos con el apelativo de artístico, esta pudiera ser una más de las tantas rarezas, originalidades, ocurrencias, del llamado arte contemporáneo, al que ya nos faltan adjetivos para nombrar. Alguien despistado pudiera dudar si ir a ver la exposición ofrecida por no tener que responder de nuevo a la cansina pregunta: Pero, ¿esto es arte? Así titula Cynthia Freeland un exitoso ensayo en la editorial Cátedra (Cuadrenos Arte).

Tanto solo les pediría que no precipitaran su juicio y asumieran el nada arriesgado compromiso de ver la exposición de referencia en Palacio de Quintanar. Por otra parte hay una amplia oferta de exposiciones en el viejo caserón palaciego entre las que elegir y dedicar su tiempo con presuntas garantías de acertar. Pero les propongo que vean la exposición de Marina Llorente y les aseguro que se quedarán muy gratamente sorprendidos, es más, llegarán fácilmente a la conclusión de haber visto una de las exposiciones más cuidada, rigurosa, exigente y, a la vez, más laboriosa, conceptual, crítica, creativa y bella que hayan podido ver en Segovia en mucho tiempo. Arriesgo esta invitación con la seguridad de no fallarles.

En la por ahora sala de la chimenea de la primera planta, a falta de otro nombre el remodelado espacio del Palacio Quintanar, expone Marina Llorente y en ella nos regala todo un curso de creatividad, tal y como nos cuenta ella misma en el catálogo de la exposición, una pieza más de los llamados Cuadernos de Arte del Palacio Quintanar. «¿Por qué un elemento cotidiano deja de ser rutinario para convertirse en un estímulo, en una idea sobre al que trabajar durante dos años?», se pregunta la artista entre escéptica ella misma con su actividad y como si quisiera justificarse.

Efectivamente la actividad creativa, más aún la creatividad artística, se inicia con una idea, y esta se despierta con una mirada concentrada y sorprendida sobre un dato, un elemento, una vivencia, una emoción, una cosa cualquiera, que de repente muestra un «no sé qué» atractivo, emotivo, inquietante, desconcertante, potente… que poco a poco se va transformando en un elemento nuclear, persistente, valioso y significativo a pesar de las apariencias. Así se provoca un trabajo casi obsesivo sobre el desconcertante descubrimiento que acaba de desvelar su pequeño misterio. Y se van descubriendo después las insospechadas posibilidades que ofrece la idea vista. No hay que olvidar que en la Grecia clásica, idea era ese modo peculiar de saber ver, como nos recodara entre otros W. Tatarkiewicz.

El proyecto crece muy por encima de la mera ocurrencia, la idea ilumina el proceso, el arte desborda la mera función, el significado emerge y enriquece el relato. Así el arte, nos dice Marina Llorente, es el modo de «una mejor aprehensión de las cualidades estéticas» de algo, sea lo que sea, incluso una monda de patata. Aprehensión es un término casi olvidado, «captar las formas de las cosas sin hacer juicio de ellas «, pero es un paso y momento fundamental en la filosofía fenomenológica, de E. Husserl a J.-P. Sartre o M. Merleay-Ponty.

El arte está más allá del tema, de la técnica, del objeto, y esta exposición de Marina Llorente logra ejemplificar con su creación un alto grado de modernidad profunda y radical, sin más adjetivaciones.

El encuentro con esa mirada poética es el que nos cuenta Marina Llorente en su texto de presentación y que da sentido al proceso de la exposición que nos enseña. Ella lo llama «estímulo y respuesta», aunque habría que olvidar las connotaciones conductistas (J.B. Watson) de semejante propuesta, tan alejados de los empeños creativos de Marina Llorente. Es muy poco frecuente que un/una artista cuente con clarividencia y sinceridad el proceso de su proyecto creativo, por eso para algunos esta esfuerzo es ya en sí mismo arte, y Arte con mayúsculas. De alguna forma así surge el conceptualismo, más aún ese componente místico, en sentido de L. Wittgenstein, que el arte contemporáneo ha querido reivindicar y desarrollar más allá de que etiquetas pretenciosas. No es raro que Leopold Bloom, protagonista del Ulises de J. Joyce, llevara una patata en el bolsillo como un talismán, como nos recuerda Parreño.

Emociona el relato de Marina Llorente, «cómo vio algo en aquello que he mirado muchas veces, no una patata y su suculenta materia sino su Monda». La Monda como entidad propia, su forma imprevisible, flexible, alargada, inconsistente, en parte carnosa y en parte terrosa, rugosa y fea, que ensucia, que se elimina y desprecia.Y que con frecuencia como nos recuerda José Mª Parreño en el mismo catálogo es sinónimo de expresiones hilarantes cuando no despreciativas en la lengua mas popular, «es la monda», decimos de algo que como mucho es irrelevante, banal, superfluo.

Y de ahí en adelante Marina Llorente se empeña en poner todas sus enormes habilidades técnicas, que son muchas, como el dibujo, la escultura, el diseño diédrico, el grabado, la instalacion, al servicio  del desarrollo de la idea desvelada.. El esfuerzo es grande, las dificultades incontables, los apoyos comprometidos y los resultados magnificos para exponer las mas variadas estrategias de representación artísticas de una simple, caduca, intranscendente, residual monda de patata. Todo esto y más es la exposicion  de Marina Llorente. Una verdadera y sublime leccion de creatividad.

Y este logro de exposición creemos que solo es posible desde una perspectiva artística de mujer, desde un enfoque creativo de género, no por el tema en sí ni por las técnicas empleadas, sino por el proceso creativo, por la mirada alternativa que propone y reivindica dando dignidad y valor a una actividad despreciada e invisivilizada no de productoras o comedoras de patatas, sino de peladoras de patatas.

Y, por favor no olviden de llevarse en el bolsillo su patata talismán, así completamos el ritual de la creatividad.

Rodrigo González  17-I-2016

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